Luz Helena
Caballero

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Pinturas

Exposición Itinerante

2000 - 2001

Por: Eduardo Serrano

La obra de Luz Helena Caballero se ha mantenido dentro del espíritu de las representaciones pictóricas pero su trabajo no plantea la perspectiva propia de la pintura figurativa,  sino que se regodea en la bidimensionalidad y hace patente su identificación con aquella teoría formulada por Maurice Denis que se ha considerado como la clave de la estética pictórica moderna: “Recuérdese que una pintura –antes de ser una guerra, un caballo, una mujer desnuda o una anécdota- es esencialmente una superficie plana cubierta con colores organizados en un cierto orden”.

Su trabajo se mantiene en el tradicional óleo sobre lienzo y se ha concentrado en el bodegón y el paisaje, dos géneros bien arraigados en la escena artística nacional. Sus pinturas , sin embargo, nada tienen que ver con la tradición paisajística de la Escuela de la Sabana ni con los bodegones realizados en el país durante las primeras décadas del siglo XX. Son trabajos definitivamente modernos en espíritu y ejecución que traen a la memoria a Matisse y a los Fauves, aunque diferenciándose también de este movimiento por su tendencia hacia una abstracción más libre y por lo tanto más contemporánea.

 

Es más, no obstante su carácter representativo, su pintura es claramente post-pop, y así puede comprobarse en la utilización de contornos definidos y tonalidades más planas, así como en el interés en objetos comunes y corrientes sin ambición simbólica. Podría afirmarse que sus valores se concentran en los componentes abstractos de la pintura, en particular, en la nitidez de las formas, la solidez de la estructura y la potencialidad del color.

 

La producción pictórica de Luz Helena Caballero, en conclusión, es resultado de una extraña mezcla de tradición y contemporaneidad que le confiere una personalidad bien definida, y gracias a la cual sus lienzos logran expresar agudos planteamientos conceptuales entre la abigarrada red de consideraciones estéticas. Su trabajo evidencia, además, una total fidelidad a los señalamientos de su sensibilidad y su intuición, así como un total desinterés por argumentos que pueden comunicarse más certeramente por medios diferentes al pictórico, haciendo manifiesta la importancia de las convicciones y la sinceridad en el trabajo artístico.

Además de un placer para la vista, La obra de Luz Helena Caballero constituye un estímulo para la reflexión, tanto acerca de la esencia misma del arte, como de su función y sus propósitos en la sociedad contemporánea.