Luz Helena
Caballero

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Pintura Siempre

Galería El Museo

1998

Por: Eduardo Serrano

En esta época en la cual la pintura es duramente cuestionada desde todos los flancos y con argumentos que van desde sus posibilidades comerciales hasta su divorcio de la problemática social, resulta verdaderamente reconfortante apreciar un trabajo como el de Luz Helena Caballero, quien no solo asume la pintura con plena convicción de los valores de la obra bidimensional, sino que se concentra sin ambages en el placer estimulante del raciocinio estético.

Luz Helena Caballero ha pintado con frecuencia bodegones, y teniendo en cuenta que una de la principales características de la naturaleza muerta radica en su carencia de justificaciones anecdóticas, la artista evita a toda costa inmiscuirse en raciocinios que dispersan su atención de las posibilidades creativas y expresivas propias de la representación de objetos y de frutas, logrando planteamientos de impactante presencia e incuestionable originalidad cromática y formal.

 

Más recientemente Luz Helena ha ensanchado su temática internándose en la pintura de paisajes, un género tan establecido en la historia del arte como el bodegón y del cual existe en el país una tradición bien arraigada. Nada hay en común, sin embargo, entre los paisajes de esta artista y los de la Escuela de la Sabana o los de Ariza. Las representaciones de Luz helena Caballero revelan un amplio conocimiento de la historia del arte moderno, de los Fauves y especialmente de Matisse, pero también del Pop y sus secuelas más contemporáneas. Su color es básicamente intenso y plano, sus formas precisas y contundentes, y el bastidor –que tradicionalmente había sido cuadrado y rectangular- se ha despedazado haciendo jirones irregulares la naturaleza y distribuyéndose en composiciones que trascienden los límites de las representaciones, involucran la pared, e imponen por consiguiente una conciencia del espacio donde se encuentran tanto las pinturas como el observador.

 

Luz Helena Caballero sabe que la honestidad es uno de los requisitos fundamentales del trabajo artístico, razón por la cual sigue los señalamientos de su sensibilidad y su intuición sin ocuparse del rumbo de las mayorías  y sin detenerse en argumentos que pueden comunicarse más certeramente  por medios diferentes al pictórico. Tanto sus paisajes, como sus bodegones, son ante todo una expresión acerca de la percepción en términos visuales, de la imaginación en términos creativos y de la sinceridad en términos artísticos, razón por la cual no solo constituyen un placer para la vista sino una experiencia enriquecedora para la mente y el espíritu.